miércoles, 22 de junio de 2011

Entelequia


Como sonámbula levantó las piernas, y de a una con mucha pereza las introdujo en la bañera.
Arrastró la cortina hasta que el agua dejó de salpicar el frío suelo del baño.

El agua fría cayó en su cara e intentó despertar, fue cuando cayó en la cuenta que su aporreado cuerpo, aún guardaba la memoria de las ardientes manos de su amado.

A medida que el agua se entibiaba y ya era agradable a su espalda, el recuerdo de la visita evocó los susurros y el vaho en sus oídos la remecieron, pero aún no podía desprenderse de las sábanas marcadas.

Tomó el jabón y el vapor se impregnó a lavanda, esto  la hizo respirar aliviada e intento relajar sus dolores.
La neblina caliente difuminaba su cuerpo, miró la esponja y pensó poner unas gotas en ella. Se detuvo y mirando como caían una a una, las dejo tocar la palma de su mano.

Repartió por el cuello y escote y fue cuando sus dedos acariciaron sus senos que recordó como a él lo seducía su blanca piel. Su cuerpo lo sintió y rápidamente envió sus manos a jabonar las piernas

Volvieron los fantasmales recuerdos de la nocturna jornada, y se preguntó porque él aún no dormía con ella y con sus sueños.
Recordó como se conocieron, como él reía, evocó su boca, su abrazo de bienvenida y cuando le decía: ¡Hoy me la comí con los ojos!

A su mareada cabeza le llegaron momentos de insostenible pasión y su sexo se lo recordó.

Tomó algunas gotas más del cristalino gel e introdujo sus dedos en la vagina. Primero con dolor, luego bajó la intensidad y el agrado llegó sin invitación.

La nebulosa candente, la pasión que todavía sentía en su cuerpo y la voz de la canción a sus oídos, la llevaron a su máximo placer.
Los muros se ladearon y el vapor fue insosteniblemente irrespirable. Cada dedo acariciaba y se paseaba por cada uno  de los escondrijos que habían sido mimados la noche anterior.

Nunca supo realmente a que hora él se había marchado.

Tatuada en su piel estaban la huella que ellos inventaron, las manos que rozaron con fuerza y la boca lujuriosa que había sido saciada en el mejor manantial.

Este placer la acompañó por el resto del día.

martes, 21 de junio de 2011

Siembra


En este gélido invierno 
siembro mi corazón 
esperando lo cobijes 
hasta que la primavera 
nazca en el tuyo…