jueves, 30 de septiembre de 2010

martes, 21 de septiembre de 2010

Casi



Alrededor de…
mi cintura pasean tus manos

Por poco…
me abrazas.

Aproximadamente…
a la hora de la siesta.

Cerca de…
Tu boca, mi boca.

Poco más o menos…
se unen nuestros sabores.

Casi…
enamoras mis flacas piernas.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Edad

Tengo la edad
de mi llanto
de mis alegrías
de mis logros
de ser mujer
de los días cuando no volaba
de los años sin soñar
de amores que se fueron
de los que se quedaron

jueves, 9 de septiembre de 2010

Entierradas




Cuando la nostalgia embarga el cuerpo y da por acomodar la tristeza al no tener el aliento de tus suspiros en la cara.
Cuando usas la almohada para tener sueños a los que siempre tengo celos de que en ellos estén las piernas de la Maruja.
Cuando el cuerpo y mi pasión te echan de menos e intento recordar  tus manos y  tu pecho, aparece la rabia por las veces que  tuve que compartirte.

¡Ah! ¿Me vas a decir que no sé de ella y sus coqueteos?
Me puedo hacer la tonta cuando te veo salir del turno y enfilar cerro arriba. Entonces afirmo mi cuerpo, que  como alma en pena se pega al pilar de la puerta, para esperar que vuelvas a casa con los ojos enteladitos de tanta pasión.

A la Maruja  la considero buena mujer y no le tengo odio, a pesar de esto no me atrevo a preguntarle por qué te ama o cómo te hace el amor. Aunque creo que sé lo que te gusta de ella y de mí.

Ahora a  700 metros bajo tierra estás tú como héroe de esta patria que poco te ha dado. Y arriba al sol, al viento, comiendo arena y secando nuestras lágrimas, la Maruja y yo te esperamos.
En nuestras conversaciones tú no estás, como si te hubiera tragado la tierra (suena a chiste)  sólo hablamos de nuestras carencias, de amores de antaño, de tristezas y frustraciones. Y cuando nos acordamos de por qué estamos aquí,  viene tu recuerdo, entonces sólo rezamos con tanta devoción que me llega a asustar. Tú sabes lo que pienso de Dios.

Pasa el tiempo y sumamos horas y días a nuestros cuerpos cansados. La Maruja es fuerte y me anima, cobija y le canta a tus hijos que ya son amigos de los de ella, vela mi sueño y cuando despierto con pesadillas me abraza tan fuerte que casi huelo tu aroma.

Yo cocino, ella lava los platos, ordenamos la carpa y bañamos a los niños mientras cantamos las canciones que te gustan.
Reímos por saber el repertorio. En estas ocasiones es que nuestras miradas se cruzan con la complicidad de conocer los momentos, recordando los intentos que hacías por cantar y solo maltratabas nuestros oídos con los desatinos de tu voz.

Ahora ya viene el 11 y sabes lo triste que me pongo.
Ya prometimos ir a la pampa a dejar un abrazo a los que la historia nos asesinó.
Juro gritar por tu padre como lo haces cada año… ¡Compañero Martínez! ¡Presente!

Luego vendrá el 18…queremos celebrarlo con los niños y estamos ensayando  pasos de cueca. Tu hijo mayor baila igualito a ti, es que cada día está más parecido. La Maruja dice que se le entra el habla cuando lo mira.

Ellos hablan del cumpleaños de Chile y sus 200 años y él más pequeño de la Maruja pregunta si vamos tener torta y piñata.  Como puedes apreciar todo se ha enredado por ahora.
Será la globalización, dijo Don Andrés que  ha reído mucho con la pregunta.

Los políticos y los oportunistas del gobierno ya asoman menos por el campamento.

Estoy preocupada y creo que se van a olvidar de ustedes, de  que están entierrados y de nosotras que respiramos dolor y ansiedad.

Mientras, miramos el cielo azul que parece reírse de nuestra tragedia con su belleza.

Ya no sé si siento tristeza  o resignación. O tal vez estoy enterrada contigo y la Maruja aquí en la montaña.