Las noticias le anunciaron lluvias por la tarde y así marchó a su trabajo como cada mañana, de malhumor y soñolienta. Saludó con desgano y trabajó sus ocho horas.
Se empaquetó su abrigo gris y enfiló a la estación de metro. La apretaron, la estrujaron y el cansancio la sostuvo.
Emergió de la estación Neptuno y las primeras gotas le salpicaron la cara.
El olor a tierra húmeda le recordó a su padre y su mano en la suya, las próximas gotas se mezclaron con las lágrimas.
Un rumor ronda la ciudad desde La Moneda hasta la esquina de Apoquindo con Tomás Moro.
Que once hombres con camiseta roja corren por el prado de un estadio en otro continente.
Los conduce un argentino. Hombre interesante, que tiene una mezcla fatal para las mujeres, esa combinación de guapo y misterioso que lo transforma en una buena persona, palabras de la ex presidenta.
La ciudad grita consignas desde el norte al sur y los pacos corren tras del que tenga cara de maleante.
Otro rumor que como una ola resuena… es que ¡Se juega un mundial!
En Holanda con Providencia tengo mi oficina. Cada noche hago mi trabajo y mis clientes son los habitué. Me preparó con esmero. Compró mi ropa de ocasión. Mi pelo rubio y mis ojos verdes son inconfundibles bajo el foco de Chilectra.
Soy complaciente a los requerimientos de cada uno de ellos. Los regateos son frecuentes aunque siempre triunfan mis tarifas.
Arremango mi minifalda y me entrego a sus apetitos.
Cancelan, me calan y se despiden.
Al bajar en la estación de Pajaritos recibo un abrazo y una voz dulce me dice ¡Hola papá!
Corrí y corrí desde Plaza Italia entre vidrios y pedazos de cemento que amenazaban en las veredas. Mi corazón saltaba de pánico y espanto. Los gritos de los vecinos ahogaban mis oídos. Los minutos eran lentos y el tiempo se había detenido, su mensaje de messenger estaba en mis ojos. ¡Estamos en casa la beatriz, el javier y la abuela, ven tenemos fiesta!
Nos abrazamos y me dijo: - Gueón, gueón, eres maravilloso, eres maravilloso- mientras mis sobrinos me miraban como a un héroe.
-¡Mamá eres tan valiente como la esquina de Pedro de Valdivia con Francisco Bilbao!-