A este señor experto en cremalleras y botones de blusas de seda,
que esperan sus adiestrados dedos de seductor incorregible.
esclavo de sus propuestas, y su débil coraje como hoja al viento,
y que mi cuerpo espera con ansias y hambrunas eternas.
A este señor que ofreció y juró promesas volátiles
y que no quiere jugar juegos de manos, pero sí de villanos.
Al que en mi cuerpo despertó ansias para hacer siluetas bajo la luna
y que se ha privado de dejar primaveras bajo mi falda,
y que no quiere mojarse en mis humedales.
A este señor que invito a dejar su abrigo
y que venga aquí que hay sitio para dos.
y que venga aquí que hay sitio para dos.