Con el
orgullo entre sus piernas, ahora se pasea del brazo con la que fue su enemiga. Sí,
con la que dispuso un día, que correría la cortina del silencio, sería parte
del olvido para disponer de su pasión viajando a otro mundo.
Lo abandonó
dejándolo con un signo de interrogación más grande que su hombría, de la cual
él siempre hace alarde.
Pasó humillaciones
y dolores, que ahora transforma en sueños.
Pasó frío y
hambre, ahora solo tiene calentura.
Pasó soledad
y angustia, y en el aquí y ahora se siente acompañado de la indignidad en su
máxima expresión.
Hoy en la tarde lo vi caminando como un baboso detrás de la traición misma, y ella le coqueteaba con la perfidia chorreando por sus muslos.
Mentirosa, mundana y fea, eran los apelativos que él pronunciaba cada vez que los recuerdos se apropiaban de la memoria, ahora ésta era frágil y la amnesia lo atacaba.
A mí llegó golpeando
la puerta lleno de silente y clandestino amor, volando en una nube de
adolescencia repleta de refrescantes hormonas, disparando flechas envenenadas.
Traía la
primera cita escrita en la frente, los ojos vidriosos de lujuria y sus manos
traían aroma a vagina mal oliente.