Mis lágrimas
y la ofensa de la vida me oscurecieron la mirada, tan triste convertí mi alma
que el corazón dejó de palpitar por ti y mis adoloridos pensamientos enfriaron
el aire, con tu ausencia.
Ahora mi
ceguera no permite leer tu despedida y el escrito con las palabras Te amo el
tiempo las ha vuelto borrosas.
Indolente estoy
frente a la risa, la alegría está lejana ya no abraza mi esperanza, y la mirada
se extravió en el horizonte por donde partiste con tu mochila al hombro.
…son
cuarenta años de no sentir tu aliento, ni besar tu boca, la juventud te la
llevaste amarrada en un pañuelo que ataste al cuello que besé tantas veces, y
por más que quiera revivir tus caricias no encuentro la manera de que mis canas
te digan que aún extraño a tu adolescente pasión.
¿Será que mi
edad idealizó tu memoria?
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