En un vehemente pasado fui lava de algún volcán que
ardiente fluía de las entrañas de mi femenina tierra… a mucho andar mi noviazgo
lo enfrío la envidia y la fría agua del azul océano, que de Pacífico solo tiene
el nombre…
El bañó y lavó toda reliquia de fogosos encuentros y me
convirtió en la más dura de las rocas.
Ahora solo siento los pies descalzo de los que vienen a
mirar al astro Sol y quieren soñar con el amor.
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