De tanto adiestrarse a ella le han crecido fantasías en
sus brazos y pies,
los que ha llenado de acordes que retorna en ágiles y
perfectos movimientos para regalar en el escenario.
Mueve su contextura pensando en ser sensualmente
perfecta a los ojos de su público,
y entonces sus compases son la fantasía y el deleite a
los aplausos que hacen eco en las tablas del mundo.
Danza y danza,
gira y gira,
entonces ella transmuta en su imaginaria caja de música,
porque el alma de la bailarina anida en todo su cuerpo
que la cobija amorosamente…
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