Ella usaba poleras con teorías escritas que él intentaba leer
y resolver con atención.
y resolver con atención.
Volaban sus ropas, se tropezaban con muebles,
se arrimaban a los muros,
se montaban y se desmontaban el uno del otro.
se arrimaban a los muros,
se montaban y se desmontaban el uno del otro.
Así era cada vez que él traspasaba el umbral
y ella cerraba la puerta.
y ella cerraba la puerta.
Rogó que lo dejara arrancar
la polera y las teorías escritas
y ella se escondió entre frazadas
que ahorcaban y cobijaban.
Entonces la vergüenza
le hacía cerrar sus ojos
y el entendimiento,
él reía de su actuación.
Sus dedos de hombre apasionado
caminaban cada milímetro
por los recodos de la loca geografía de la pasión,
jugando a hurgar, a reconocer, a memorizar.
caminaban cada milímetro
por los recodos de la loca geografía de la pasión,
jugando a hurgar, a reconocer, a memorizar.
Los detenía en la curva peligrosa del placer
y desde ahí subía por su ondulado pelo
trepando hasta sus sueños.
y desde ahí subía por su ondulado pelo
trepando hasta sus sueños.
Los hacía bajar solo al escuchar
sus femeninos gemidos
y el rápido aliento de mujer
en sus oídos
y con alevosía
volvía a trepar hasta los cabellos
que se desparramaban sobre la almohada.
sus femeninos gemidos
y el rápido aliento de mujer
en sus oídos
y con alevosía
volvía a trepar hasta los cabellos
que se desparramaban sobre la almohada.
Así ella retorcía su pasión como gata en agosto,
buscando la boca que detenía su sed
y gozando el roce que entregaba
la suavidad de la seda desnuda,
al cuerpo que se dejaba seducir.
buscando la boca que detenía su sed
y gozando el roce que entregaba
la suavidad de la seda desnuda,
al cuerpo que se dejaba seducir.
Y subiendo a tientas posándose
en la luna de su bosque
como el más experto astronauta
en su nave espacial,
tomaban el sol,
tocaban las estrellas
y envolviéndose en la lujuria pegajosa
preguntó a que sabía su sexo.
en la luna de su bosque
como el más experto astronauta
en su nave espacial,
tomaban el sol,
tocaban las estrellas
y envolviéndose en la lujuria pegajosa
preguntó a que sabía su sexo.
Ella rió descaradamente
y respondió:
y respondió:
¡A Cielo!
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