lunes, 15 de febrero de 2016

PRISIONERA





Este es mi invernadero, lugar cerrado, estático y accesible a los ojos que los quieren admirarme. 
Aquí me cuidan y me siento princesa en mi palacio de cristal. 
De esta manera, estoy protegida de las variaciones del clima, controlan la humedad y temperatura, para proporcionarme bienestar.
Me protegen de la radiación solar con sus cristales pintado de musgos y vapores de mis otras compañeras.
Y todo esto para que yo crezca sana y sin plagas.
Me parece que el bienestar y la flojera de no pensar como me defenderé afuera de mi castillo, es un privilegio casi monárquico. 
Se que no soy la única pero me esmero en ser delicada, sutil, vanidosa, colorida y aromática.
Mis amos me alaban cada flor que les brindo, riegan mis raíces con la cantidad de agua necesaria, podan los restos de mis tallos y flores, después de lucirlos verdes y primorosos, y enderezan mis ramas delgadas que ciñen con alambres especiales, como el mejor corsé.
Cada mañana me pregunto que sería de mí si yo fuera maleza, adornaría la ribera de un río o crecería en algún acantilado, estaría a merced de la lluvia y del viento, y del hombre que me pisaría sin mirarme. 
Aquí soy la soberana con tanta atención y vigilancia, no conozco el descuido, ni el abandono. 


Mis miedos no tienen preocupación, ni se de tareas. Solo se que de vez en cuando desearía averiguar como es la libertad.

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