lunes, 13 de enero de 2014

Envejeciendo la razón


La vida será torcida pero ella porfiadamente, quiso enderezarla… salió desesperada a buscar y retener a su lado al hombre seductor, al más perfecto, al que murmuraba dulces palabras, y en su boca llena de besos, estaba la promesa de cuidarla siempre…

¡¡Que absurdo pensar que ‘’Cuidar” era lo mismo que amar y sentir entusiasmo ante la mujer arrugada por los años!!

El tiempo a todos nos atraviesa y nos marca indeleblemente el cuerpo y la mente, los diez años suyos que restan al de ella, son muchos más que los y tantos comparados con los de esta aguerrida hembra.

¡¡AHORA Señor ponga atención!!

Si Ud. se detuviera frente a un espejo y  prestara atención a su mirada, su pasión, su mal humor y su falta de alegría, porque a ésta última no quiere aceptarla a pesar que rodea de pura energía a su realidad… vislumbraría a un espectro sin alma dotado de la peor deshonestidad.

Las ofensas son flechazos que van directo a donde se atesora el más puro amor, tan certeras que son capaces de destruir la pasión de un plumazo.
Ella lo ha perdonado mil veces, pero hoy cayó en la cuenta que la red que habían tejidos juntos, ya no estaba, que las flores que habían contemplado estaban marchitas, que las sonrisas y las risas de tantos encuentros se habían esfumado de su firmamento, el que Ud. arrugó con su berrinche…

¿Será posible fraguar lo amputado?

En el instante de ella, de desamores y encuentros fortuitos no cabe la poca transparencia que Ud. ha arriesgado en el entusiasmo…

¡¡Ahora y durante!!

¿No sé le ha ocurrido que podría inventar un manto que cubriera y aprisionara su femenino pasado solo para Ud.?

¡¡…Señor!!

Le digo que ese manto se concibe con fogosidad y mucha delicadeza, porque así podrá cobijar las tristezas que empañó a la mirada jovial y alegre, que  Ud. despreció frente a la historia de su edad… y es porque ella no desea avanzar en el tiempo… exige y desea ser perpetua a su contemplación.

¡¡Por la P’uta que lo parió…!!

Usted y su egolatría, mirando siempre su ombligo, que parece ser el centro del universo.

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