miércoles, 21 de noviembre de 2012

Rojo contra fama




De a poco ella iba bebiendo la falsa medicina que hacía grietas y despedazaba sus entrañas… en cada inhalación ella ignoraba que el diabólico bálsamo entraba a su sangre desafiando a la señora muerte a dar su magistral golpe final.

Aquél fantoche, era quién de a gotas proporcionaba la pócima, antídoto de diosa, con la que encandilaba sus ideas y le construía castillos en el aire. Profesional avanzado de la palabra y de la actuación, era su amo en esta excitación.

Él sabía entretener a su infantil público, haciendo mover a esta marioneta de piel suave, de pechos pequeños, de mirada brillante y de afanes de aún jugar a las escondidas. Y que de tanto creerse el cuento intentaba disfrazarse de mujer sensual, y más, sentirse apetecida.

Cada vez que traspasaba la puerta, ella, con muy poca ropa y que además no era la adecuada a su edad, lo esperaba recostada en la cama del hotel de turno.

Esto incitaba al cobarde varón a gritarle  con los ojos inyectados de lujuria:


ríe y gime,

solloza y canta,

salta y danza,

besa y lame,

suspira y exhala,

arrincona y olvida,

odia y acaricia

ambiciona y consume


Y la lista era larga y cruel, pero a sus trece años nadie la había instruido cómo distanciar, esto de hacer el amor o de vender sexo, menos si el billete era la encomienda con alas que cada cierto tiempo remitía a los suyos, y su madre inocente recibía sin preguntar la procedencia.


Fue así, que una fría mañana la encontraron tiesa como la madera y fría como el cemento… con sus ojos abiertos, los que ya habían desistido a mirar de manera inocente, y ahora inmutables miraban el campanario de la Iglesia.

De su nariz ya no nacía el vaho que antaño era gracia, cuando  mostraba la magia a sus pequeños hermanos, en las frías mañanas sureñas, donde la lluvia y los kilómetros de camino a la escuela eran un juego lleno de risas.
Fue el satánico veneno que de tanto viajar de afuera hacia adentro, que ahora resultó ser en serio y no en juego, que le notificó a la muerte que hacía tiempo ya espiaba de cerca su vida.

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