lunes, 16 de agosto de 2010

Estación Neptuno

Las noticias le anunciaron lluvias por la tarde y así marchó a su trabajo como cada mañana, de malhumor y soñolienta. Saludó con desgano y trabajó sus ocho horas.
Se empaquetó su abrigo gris y enfiló a la estación de metro. La apretaron, la estrujaron y el cansancio la sostuvo.
Emergió de la estación Neptuno y las primeras gotas le salpicaron la cara.
El olor a tierra húmeda le recordó a su padre y su mano en la suya, las próximas gotas se mezclaron con las lágrimas.

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